No puedo dejar de pensar
en abrasarte la piel
dejando el surco de mis labios
por cada zona que arraso.
Anillar tu cintura con muslos blancos
mientras asgo tus doradas crines
y galoparte así
fuerte y segura, cálida y tierna
guiándote hacia el éxtasis
más profundo e infinito
que han soñado tus dedos alguna vez rozar.
Quiero derramarte lentamente
hasta sostenerte apenas en un hilo.
Quiero estar absolutamente preparada
cuando la fiera se despierte,
porque quiero que sienta
que soy yo y no otra
la amazona a la que, a partir de ahora,
rendirá pleitesía.
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