miércoles, 21 de marzo de 2012

A veces cuando fumo crack

¿Qué es la realidad? Hablamos muy a menudo de ella, decidimos casi a diario qué consideramos “real” y qué no. Igual que la belleza. Es o no bonito. Pero es este un concepto que asumimos más fácilmente como relativo. Es o no bonito para mí.


No soy ni mucho menos la primera ni la última persona que se plantea esta cuestión. Me gusta desenfocarme de vez en cuando y pensar por ejemplo: ¿Cómo podemos saber que el mundo que perciben los daltónicos no es el mundo “real” y que no somos el resto los que sufrimos de “no daltonismo”?¿Percibes tu acaso el mismo color que yo, la misma forma, la misma música? ¿Cómo y quién es capaz de determinar qué es la locura?¿Y una analítica normal?  Se considera “normales” los valores que presenta en condiciones de salud la mayoría de la población.

Se corta en un punto de una forma arificial, lo que quiere decir que siempre hay alguien que se escapa. Habrá personas con “valores normales” que estén enfermas (para su organismo no son valores adecuados) y personas con “valores anormales” que estén sanos. Jugamos con probabilidades. En los ensayos clínicos la mejor “certeza” es del 99,999% , nunca del 100%. Nos aproximamos a la verdad de las cosas (si consideramos verdad como concepto global, objetivo y único).

Hay un concepto hindú muy interesante al respecto. Maya. Vivimos en una ilusión de conocimiento de la verdad  pero lo único que conocemos es una aproximación de la misma. Como un retrato robot. Como un mapa. La verdad es el terreno pero nosotros sólo podemos ver un mapa. Maya es confundirlos. Confundir el mapa con el terreno.


Y así conceptos como  “Realidad", “Normalidad”, “Cordura”, “Salud” han ido haciéndose tan relativos para mí que a veces tengo que agarrarme para no caerme. Porque cuando se llega a tal conclusión se mueve el suelo bajo los pies y todos tus esquemas se vienen abajo. ¿Podría estar, como los protagonistas de El Mundo de Sophie, estar viviendo dentro de la imaginación de alguien? ¿En Matrix? Y a veces cunde el pánico y sientes ganas de vomitar. Porque no es nada fácil andar sobre un superficie que se está moviendo. Pero como cuando viajas en barco, es cuestión de acostumbrarse.

Por otro lado, necesitamos “verdades incuestionables” (axiomas) sobre las que construir nuestra vida. Necesitamos por ejemplo creer que el día seguirá a la noche, que después del invierno vendrá la primavera, que si tocamos el fuego nos quemaremos. Necesitamos sentirnos seguros. “Controlar” nuestro entorno.

Por eso os recomiendo que si llegáis a tales conclusiones no os volváis locos y continuéis con vuestras rutinas pero manteniendo la mente abierta, dejando que los esquemas se rompan y se reorganicen, y se vuelvan a romper y a reorganizar.

Be water, my friend.

martes, 13 de marzo de 2012

Quiéreme menos pero quiéreme mejor



 "Lo quiero con toda el alma, pero yo me quiero más. Él piensa que me quiere, que me adora, pero lo cierto es que a veces me trata a patadas y eso no es amor." Me he visto reflejada en sus lágrimas, escrita en sus palabras y dolorida en sus heridas. Es lo que me ha hecho venir hasta aquí, hasta esta silla de esta plaza tan poco concurrida. En una ciudad desconocida, como lo fueron todas las ciudades que exploré contigo. Estoy sentada cerca de una iglesia, ya sabes cuánto me gustan. La contemplo y veo el ella siglos de miedo y esperanza recogidos y prensados en cada una de sus piedras. Y mirándola, me hago la misma pregunta que he intentado contestarle horas antes ¿Tan difícil es hacerme feliz? "Yo quiero un hombre que me entienda y me respete. Joder, yo creí que éste era el bueno. El definitivo". Y ahí estoy yo otra vez, comulgando con sus piedras de molino.
No creas que no se me hace cuesta arriba cuando imagino a veces (todavía) que te abrazo, porque de sobra sé que fuiste humo. Humo de color rosa a veces y teñido de verde en otras. Pero que por desgracia, casi siempre, se pintó de gris oscuro.


martes, 6 de marzo de 2012

Restos de un naufragio


Dibujo lentamente tu silueta
con la saliva de mis manos
mientras me persiguen juguetonas
tus pupilas negras.
Beso cada espacio, cada vacío hueco
de tu piel morena
mientras caen sobre tus piernas
mis rizos en cascada oscura.
Tu corazón late al ritmo de mi boca.
Quiero sentir cómo te estremeces
por cada poro de mi piel.
Quiero bañarme en tu espuma blanca
y sentir como te mueres,
tan sólo un segundo,
antes de caer rendido
a mis pies.


Esto me quedó. De nuestro barco imaginario. El que se hundió antes de construirse. Te lo advertí. Sophie está de horas bajas. No quisiste escucharme. Ni comprenderme. Ni respetarme. Esto es todo lo que te queda. Una promesa que ya nunca se cumplirá.

Aurevoir