jueves, 23 de agosto de 2012

Cuestión de poder

No puedo dejar de pensar
en abrasarte la piel
dejando el surco de mis labios
por cada zona que arraso.
Anillar tu cintura con muslos blancos
mientras asgo tus doradas crines
y galoparte así
fuerte y segura, cálida y tierna
guiándote hacia el éxtasis
más profundo e infinito
que han soñado tus dedos alguna vez rozar.
Quiero derramarte lentamente
hasta sostenerte apenas en un hilo.
Quiero estar absolutamente preparada
cuando la fiera se despierte,
porque quiero que sienta
que soy yo y no otra
la amazona a la que, a partir de ahora,
rendirá pleitesía.

viernes, 17 de agosto de 2012

Días de lluvia

Me derramo sobre el papel
como poesía líquida.
Goteo suave e incesantemente,
susurrando en lágrimas.
No necesito cortar en rojo el aire
porque es tan sólo una pequeña tormenta
en un verano demasiado cálido.
Lluvia tranquila, serena, armónica,
como un dolor sordo.
Un charco invisible
me moja los pies
me derrito como hielo al sol
lenta, pausadamente
sin miedo a la muerte.
Me guardo un as en la manga:
sé que no es eterno.
Sé que mañana
en vez de hielo seré río
y correré alegre
por un universo de color.

jueves, 9 de agosto de 2012

Colores en el viento

Te siento rodeándome con tus inagotables brazos, dorados y limpios. Te siento recorrerme de punta a punta. Hoy no hay parte de mí que no sepa que estás aquí conmigo. Siempre lo has estado pero yo no siempre lo he sabido. Te preocupaste mucho porque creciera sana y fuerte, porque encontrara palabras de aliento y consuelo cuando las necesitaba. Siempre sentí que tu casa era mi hogar, desde muy pequeña. A veces incluso notaba como tu enorme mano acariciaba mi cabeza, delicado y tierno. Por eso nunca me creí que fueras ni siquiera un poco oscuro. Jamás. Eres tierno y bondadoso. No podía ser de otra manera porque eres mi padre. Ha llegado el momento de que utilice todo lo que me has dado sin reservarme nada. Ahora soy fuerte y estoy dispuesta. Sé que estarás ahí cuando me flaqueen las piernas. Permíteme ser plenamente consciente de tu presencia hasta en los
momentos más negros, porque sé que los habrá, pero no me importa, no quiero tener más miedo de ser quién soy: una de tus hijas. Perdómane por todas las ocasiones que aún me sentiré indigna de ser luz aunque no hay otra cosa que desee más en este mundo. Por eso, quiero regalarte mi entusiasmo, mi energía y mis ganas de vivir. Acéptalos, son tuyos. Como el resto de mi ser.

lunes, 6 de agosto de 2012

El peso de mi nombre

Hoy mi reflejo parece distinto. A veces me gusta sentarme delante del espejo y observarme detenidamente. Llevaba mucho tiempo reconociendo las mismas formas, los mismos brillos y oscuridades de mi piel pero hoy hay algo diferente. Todavía no sé qué es, tan sólo sé que me gusta, que me hace más completa. Anoche me llamó por mi nombre. No lo esperaba. En absoluto. Pronunció cada letra con precisión y armonía y se quedó en silencio, esperando a que su hechizo retirara lentamente el nombre de Sophie, ése que durante tanto tiempo he utilizado, ése que forma parte de mí pero que no soy yo. Él lo supo, me pilló entre bambalinas mientras me cambiaba para la siguiente actuación y no me dejó terminar de vestirme. “Conmigo no” me dijo, “no esta noche”. Quiso, como Juan Ramón Jiménez, que yo volviera a ser poesía desnuda ante sus ojos.

Vino, primero pura,
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.
Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui odiando sin saberlo.
Llegó a ser una reina
fastuosa de tesoros…
¡Qué iracundia de hiel y sin sentido!
Mas se fue desnudando
y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica
y apareció desnuda toda.
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!

                                 Juan Ramón Jiménez