Me asaltan las ganas de besarte
como olas en la noche
rompiendo la aparente calma,
sacudiéndome el cuerpo
con la frecuencia en que me miras.
Tiembla el suelo bajo mis pies
cada vez que abres la boca
se desatan huracanes que destrozan,
si por ventura llegas a rozarme,
el indiferente muro que levanto
de arena y sal.
Se resiste mi deseo a abandonar tu cuerpo
a deshacerse en palabras que se pierdan
como la ceniza con la que acaba el fuego.
Un fuego que fue casi real,
durante el suspiro de un segundo,
antes de perderse para siempre
en el silencio de tu boca.
en el silencio de tu boca.
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