Siempre me gustó derramarme. Escurrirme azul lento por el blanco. Cuando más disfruto es cuando goteo por el simple hecho de dejarme caer, caigo para mí misma. Solos el blanco y yo. Me divierte dibujarlo de letras que quizá nadie entienda. Qué más da si no hay nada que entender. Te siento por debajo de la piel y sé que no eres tú, sino mis ganas de sentir tu calor lo que me hace delirar. Me dejaría beber, me sumergiría en tu boca, en el abrazo de una noche de tibia locura. Fundirme como chocolate y resbalarte por la espalda.
Suave, no pensado pero muy preciso...
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