Parece que sólo asomaran las palabras cuando pesa el corazón. Hoy no hay un especial motivo, consciente al menos. Quizás sea que el agua de lluvia emborrona mi silueta, enfriando la pequeña hoguera que me enciendo en las entrañas para calentar los huesos. Tiene algo de embriagante la melancolía de estar desdibujado, manchado de gris oscuro, permitiéndote jugar a ser víctima. En el fondo sabes que eres un afortunado, que nada hay que lamentar en tu vida, tienes familia, amigos. Te tienes a ti mismo. ¿Qué quién eres? No importa mucho. Eres y eso es lo que cuenta. Así que deja de jugar a sufrir, de sentir que se te escapa la vida por el tenue contorno que te dejó la lluvia y aprovéchalo. Aprovéchalo para fundirte con el mundo, saliendo de tu miseria irreal, irrelevante, absurda... Despierta del letargo en el pasas las horas. Dibuja tu propio mundo. No subrayes tu importancia teniendo miedo. No te hagas el muerto. No te comportes como si no me escucharas, como si no me entendieras. Bien sabes lo que estoy diciendo. Abre los ojos. Abre el corazón y siente la vida que fluye a través de ti.